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Con el objetivo de promover la adopción de la inteligencia artificial (IA) y, al mismo tiempo, abordar los riesgos asociados a su uso, la Comisión Europea ha propuesto un Libro Blanco (.pdf) con opciones políticas y normativas «hacia un ecosistema de excelencia y confianza». Este documento se publicó el 19 de febrero de 2020, junto con una encuesta en línea (.pdf), centrada en tres temas distintos:
Sin perjuicio de los resultados del análisis de la consulta pública, pueden observarse las siguientes tendencias preliminares en las respuestas a las preguntas cuantitativas individuales o a la encuesta en línea.
Los encuestados relacionaron estas disposiciones con preocupaciones como la posibilidad de que el uso de la IA pueda vulnerar derechos fundamentales o provocar resultados discriminatorios. Para hacer frente a estas preocupaciones, priorizaron opciones como la introducción de una nueva normativa o la modificación de las existentes. La mayoría de las opiniones estaban divididas sobre si los nuevos requisitos obligatorios deberían limitarse a las aplicaciones de alto riesgo, mientras que entre una serie de mecanismos de evaluación de la conformidad sugeridos, apoyaban un sistema de vigilancia del mercado ex-post y ex-ante.Para las aplicaciones de IA que no se califican como «de alto riesgo», el Libro Blanco propone la opción de un sistema de etiquetado voluntario, además de la legislación aplicable. La mayoría de los encuestados considera que este sistema es útil.
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¿Son las máquinas capaces de pensar? Desde 2017 hay mucha expectación en torno a la inteligencia artificial (IA) como rama de la informática. La IA ya ha demostrado ser útil para una gran variedad de aplicaciones: asistentes virtuales, aplicaciones, juegos cerebrales y mucho más.Pero volvamos a nuestra pregunta original: ¿Son estas máquinas realmente capaces de pensar? Inmediatamente, nos encontramos con un problema: ¿Qué es exactamente el pensamiento? No existe una definición única y directa del concepto, pero ¿qué distingue a la inteligencia artificial de la humana? La característica única de los humanos -al menos por el momento- es el pensamiento creativo e innovador. Las máquinas, sin embargo, pueden elegir entre las opciones de decisión existentes y procesar una cantidad increíblemente grande de datos e información. Además, también tienen una fiabilidad, precisión y continuidad impresionantes: pueden trabajar las 24 horas del día. Incluso pueden llevar a cabo tareas complejas de forma autónoma, si se les da la instrucción correcta. Los algoritmos, la gran capacidad de procesamiento y el crecimiento exponencial de los datos que hay que procesar son la base de la inteligencia artificial. El continuo desarrollo del aprendizaje automático también tiene consecuencias en el lugar de trabajo.
Reglamento de la ai (ue)
Aunque hay pocas dudas sobre los beneficios que se pueden obtener, también hay una creciente preocupación sobre cómo abordar eficazmente los riesgos asociados al uso de los sistemas de IA. Dichas preocupaciones incluyen, entre otras, los riesgos para la privacidad de los datos -la IA puede utilizarse fácilmente para desanonimizar los datos de las personas, etc… (véase este bocado anterior sobre este punto)̶ y también las posibles violaciones de otros derechos fundamentales, como la libertad de expresión, la no discriminación, la dignidad humana, etc.
Se ha demandado un enfoque común para abordar estas preocupaciones, con el fin de dar a los ciudadanos y a las empresas la suficiente confianza para utilizar (e invertir en) los sistemas de IA, evitando al mismo tiempo la fragmentación del mercado que limitaría la escala de desarrollo en toda Europa.
Teniendo esto en cuenta, la Comisión Europea ha publicado recientemente su Libro Blanco sobre la Inteligencia Artificial, que está alineado con los principios clave establecidos en las Directrices
Reglamento de la ue sobre ia 2021
Jens-Peter Schneider, ponente del proyecto ELI sobre Inteligencia Artificial (IA) y Administración Pública, junto con los coponentes Marc Clément y Paul Craig, y Christiane Wendehorst, ponente europea del proyecto ALI-ELI sobre Principios para una Economía de Datos, han presentado una respuesta a la consulta pública de la Comisión Europea sobre el Libro Blanco Sobre la Inteligencia Artificial – Un enfoque europeo para la excelencia y la confianza.
En lo que respecta al uso privado de la IA, la respuesta señala que las aplicaciones de la IA, y los riesgos correspondientes, entran en dos dimensiones diferentes: la «física» y la «social». La respuesta aboga por un enfoque normativo específico para ambas dimensiones. Subraya que los riesgos «físicos» (como la muerte, las lesiones personales o los daños a la propiedad causados por productos y servicios inseguros) podrían abordarse mejor ajustando plenamente los marcos normativos existentes a los retos de los ecosistemas digitales, incluida la IA. Los riesgos «sociales» (como la discriminación, la explotación, la manipulación o la pérdida de control por decisiones inadecuadas o el ejercicio del poder con la ayuda de la IA) son mucho más específicos de la IA y difíciles de regular. Tras ampliar las diferentes técnicas de regulación, la respuesta recomienda algo parecido a una combinación de principios horizontales, una lista de prácticas de IA en la lista negra y un marco regulador más amplio para aplicaciones definidas de alto riesgo.